Después del inicio de un nuevo año, con las valoraciones del pasado y los
propósitos para el nuevo, toca retomar la faena, así que manos a la obra!
Seguimos con el blog y con la continuación de la anterior entrada en la que
hablaba de las funciones de la Trabajadora
Social en la fase previa de un ingreso en la residencia, de
cómo se organiza el ingreso. Ahora, voy a tratar el tema del INGRESO
propiamente dicho y todo lo que ello conlleva.
Dentro de esta fase, lo más importante es la ACOGIDA que se hace del
futuro residente y su familia. En la mayoría de las ocasiones, no se conoce al
usuario-residente hasta el día de la fecha del ingreso. Con la implantación de
la ley de dependencia, el perfil de la persona que llega suele ser una persona
muy dependiente (grado III y en pocas ocasiones grado II), y todo lo que ello
conlleva: deterioro cognitivo, poca o nula movilidad: silla de ruedas o persona
encamada….etc. Así que la acogida es más difícil en lo que a trato directo y
comunicación con la persona se refiere.
En esta fase de acogida hay que estar atenta a los sentimientos que
surgen tanto en la familia como en el residente: de abandono, de culpa, de
temor a lo desconocido, de bloqueo, de no poder más…. Sale la tristeza, el
llanto….etc. y tenemos que tener herramientas para manejar estos sentimientos,
escuchar y dejar hablar, pero al mismo tiempo apoyar la decisión tomada y dar
toda la información necesaria para fomentar un sentimiento de seguridad y desculpabilización.
En el aspecto práctico, la familia y residente pasan por el despacho de
la trabajadora social para cumplimentar y firmar la documentación
administrativa: contrato de ingreso, autorizaciones bancarias, recogida de
fotocopia del DNI, tarjeta sanitaria, resolución de dependencia, documentación
de incapacitación legal…etc.
La comunicación y contacto con el residente estará en función de su
deterioro cognitivo. A mi, en concreto, me gusta hacer unas cuantas preguntas
para averiguar su orientación temporo-espacial: “Cómo se llama, cuantos años tiene, de donde es, si sabe donde estamos,
sabe qué es un residencia”….etc. De esta forma, me hago una pequeña idea de
cómo está la persona, ya que en ocasiones, con la información que da la familia
no te puedes imaginar en qué estado viene o al contrario, te has hecho una
idea, y ésta es equivocada. También me
suelo presentar con mi nombre y profesión, y les suelo explicar brevemente mis funciones
en el centro, para que me puedan tener como profesional de referencia.
Si la persona está bien a nivel cognitivo, la presentación es más extensa
y la conversación va dirigida a conocer gustos, aficiones, si conoce a alguien
en el centro, le explicó el funcionamiento del centro, qué profesionales trabajan…etc .
Después de recoger la documentación necesaria para el expediente y
mantener una breve o extensa conversación con el residente y familia, los acompaño al despacho de la médico, en donde con la ayuda de la
enfermera se realizará la entrevista sanitaria. Posteriormente, una auxiliar de
enfermería será la encargada de acompañar al residente y familia a su
habitación, y ayudar a que se instale y organice sus pertenencias.
En definitiva, en el ingreso en la residencia intervienen todos los
miembros del equipo interdisciplinar (trabajadora social, enfermera, médico y
auxiliar de enfermería) y la coordinación entre todos los profesionales es
fundamental para que la persona se sienta lo más a gusto posible y el ingreso
sea cómodo y familiar.
¡¡FELIZ AÑO 2015!!
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