Aprovechando que tenemos que estar
confinados, en recogimiento y que se va a tener mucho tiempo para hacer muchísimas
cosas, entre ellas, leer, aquí os dejo una lectura que me ha gustado mucho. “La
memoria está en los besos” de Mercé Boada y Lluís Tárraga.(aquí)
En realidad no voy hacer ningún
resumen ni nada por el estilo, si no que os voy a dejar unas frases y unos
extractos del mismo que me han hecho pensar y reflexionar sobre el tema, y que
supongo que a vosotros también os removerán y os harán pensar, seguro. La primera fue el título,
que me encantó y que hizo que lo buscará para leerlo, ya que me resultó un título
muy atrayente y sugerente.
Y a continuación os copio las frases
y partes del libro que me llamaron la atención:
Hay viejos jóvenes y jóvenes viejos
Pienso, luego existo. Conecto, luego
existo.
Nunca es triste la verdad….. lo que
no tiene es remedio.
Siempre existe una razón…escondida en
cada gesto
La comunicación con el enfermo será
nuestro gran problema: aprenderemos a leer en los gestos.
Sin ti no entiendo el despertar, sin
ti la cama es ancha
La incomunicación con el enfermo. La
soledad del cuidador. Desaparición el lenguaje verbal y solo resta el lenguaje
corporal para mantener un contacto con el enfermo.
Aprender de nuevo a compartir,
conversar, reír, bailar, cantar, coser, pintar y jugar… aprendiendo lo que el
viento se llevó en silencio, sin que se dieran cuenta.
Tal vez me olvidé de explicarles que
los viejos y los dementes tienen cuentos e historias de amor. ¿Es que no
sabemos hablar de sentimientos? ¿es que expresar nuestros sentimientos nos
avergüenza, nos ridiculiza, nos hace sentir débiles y vulnerables? ¿dónde los
escondemos? ¿Se habla de los sentimientos cuando se habla de enfermedad?
Y los profesionales ¿quién cuida a
quién? ¿cómo cuidan y deben ser cuidados? Parecen estar atrapados por el pronóstico
de la enfermedad, estrangulados por sus responsabilidades y ser la diana de
todos los despropósitos. Sin ellos no se avanza, son el motor del proceso terapéutico.
Si ellos se paran, nos hemos anclado. Necesitan que se les eche una mano de
pintura.
La enfermedad es un reto tardío, una
universidad de conocimientos nuevos que se aprenden de adulto, muchos al lado
de los nietos. Será una experiencia única, un “precioso cuento que cantar”
Nunca tendría sentido pasear del
brazo de una enfermedad progresiva e irreversible si no sirviera para enseñarnos
a volver a empezar, a volver a vivir de nuevo.
Feliz aislamiento.
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