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¿Qué pasa con los hijos de los residentes?



      Desde hace un tiempo, me ronda por la cabeza la hija de una usuaria del Centro de Día, que me ha llevado a recordar otros casos que he tenido de hijos de residentes cuando su familiar ha ingresado en nuestro centro.
     En esta ocasión, se trata de una familia multiproblemática, muy cerrada, desconfiada, y usuaria de Servicios Sociales municipales y de salud mental. Ella es una chica muy joven, enferma mental, que ejerce de cuidadora de su madre, de su padre, de la casa.... El hecho de que su madre haya accedido a venir al Centro de Día ha sido un logro del trabajo realizado por las compañeras de los Servicios Sociales Generales y de la Unidad de Psiquiatría del hospital. Y aquí estamos, trabajando coordinadamente cuatro trabajadoras sociales de distintos servicios, cada una en su campo, para intentar que ésta unidad familiar esté lo mejor posible, que la madre permanezca en el Centro de día cuanto más tiempo mejor, que la hija acuda al Hospital de Día de psiquiatría para recuperarse del último ingreso hospitalario, y que poco a poco se pueda entrar en su casa para mejorar hábitos de higiene y cuidados.
     Repasando mi trabajo en la residencia, me he encontrado en el camino con muchos hijos/as de residentes que por diferentes motivos acudían a mi, y para los que yo era una figura de referencia, por ser usuarios de servicios sociales, por tener una dependencia emocional derivada del cuidado ejercido en el domicilio (posibles beneficiarios del programa Cuidarte aquí),  por dependencia económica de su padre/madre…. Han sido muy diversas y variadas situaciones que no se han quedado al margen de mi trabajo, ya que han acudido a mi despacho preguntando, solicitando algún tipo de ayuda, me he tenido que coordinar con otros servicios para su seguimiento o los he tenido pasando la tarde en la residencia porque no tenían otro sitio al que ir.

     Recuerdo un caso, en concreto, de una señora que ingresó en la residencia, viuda, con dos hijos. El que vivía con ella en el pueblo, era discapacitado intelectual, de unos 50 años y era el que se ocupaba de su madre y el que se hacía cargo de la casa mientras ella estuvo bien de salud.
      En el momento en el que su madre cae enferma y a falta de habilidades del hijo para atender su situación de dependencia y de vivir en una zona sin recursos, ella tiene que ingresar en una residencia municipal de la cabecera de comarca. El hijo acudía al centro de día de la residencia, colaboraba en el paseo de los ancianos y en lo que podía. Se le llevaba seguimiento por parte de los servicios sociales generales, con una educadora asignada. Ante la escasez de ingresos, la madre tiene que ingresar en una residencia pública, en otra localidad. Y entonces, ¿qué pasa con el hijo? Su única ocupación era atender a su madre, estar con ella, hacerle compañía…. y ahora se queda solo. Se viene a la ciudad, no tiene ingresos, solo una Pensión no contributiva, y quiere hacer aquí lo mismo que hacía en la residencia del pueblo, ayudar a sacar de paseo a los abuelos, estar con su madre todo el día, arreglar cosas.... pero aquí todo esto no es posible.Esto no es la residencia municipal del pueblo, y la organización es mucho más rígida, además de que hay que pensar en la responsabilidad legal por "si pasa algo". Así que nada, como usuario y dependiente de los servicios sociales que era, me venía a ver al despacho todos los días, me preguntaba qué podía hacer para alquilar un piso, para hacer gestiones....etc. Detrás de todo esto había un trabajo de coordinación con los servicios sociales de la zona de donde procedía, y también con los de aquí. Su vida y su lugar de referencia era la residencia, que era donde estaba su madre.
      En resumen, nuestra intervención con el colectivo de personas mayores en centros de atención residencial no solo se lleva a cabo con el residente, si no que se realiza en tres ámbitos: el individual (residente),  familiar y  sociocomunitario. En el ámbito familiar nuestras funciones, entre otras, son el análisis, valoración y atención directa de la unidad familiar de referencia y todo lo relacionado con el residente: información y orientación, derivación a otros servicios, coordinación...etc. Por supuesto, los hijos y familiares directos son también objeto de nuestra intervención y trabajo diario y no nos tenemos que olvidar de ellos. De las funciones de una Trabajadora Social en residencia trataré más adelante, en otra entrada, ya que estoy elaborando un documento en el que se recojan todas estas funciones.

Feliz fin de semana!

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