Comenzamos nuevo año, esperando que nos traiga nuevos proyectos, nuevas ilusiones y mucha energía para llevarlos a cabo.
Con todo el lío de oganizar la Navidad en la residencia y los festivos que tenía por gastar no he publicado ninguna entrada y eso que ésta de hoy ya la tenía preparada, ya que vino al hilo de formación que realicé a mediados de noviembre. Así que aqui va, ya que es un tema del que tenía pendiente de hablar desde hace bastante tiempo.
Como he dicho, en noviembre asistí a un Sesión informativa de Mediación organizada
por el Colegio Profesional de Trabajo Social de Aragón. La verdad es que el
tema de mediación me interesa desde hace tiempo. Ya había hecho algo de
formación hace unos años, además de por inquietud personal, para ampliar futuros campos y áreas de trabajo. En
la actualidad, tampoco quiero abandonar el tema porque de una u otra manera
sigo haciendo mediación. Supongo que es una función innata de una profesión que
trabaja con personas. Y ya se sabe, de las relaciones personales surgen los
conflictos.
Como he comentado en otras entradas, sigo trabajando en el documento
sobre las funciones de una Trabajadora Social en una residencia de personas
mayores, y entre ellas, por supuesto, está la función mediadora.
En la vida cotidiana de la residencia, sobre todo como espacio en el
que conviven personas que no suelen tener ningún tipo de nexo familiar, se dan
conflictos. Estos conflictos en la mayoría de las ocasiones, no pasan de ser
pequeñeces que se resuelven en el momento o que se olvidan. Pero en algunas
ocasiones, por el carácter de la persona que participa en el mismo o por el
carácter del conflicto en si, la situación puede llegar a mayores y puede
generar un malestar que afecta en el día a día de la vida en la residencia.
Además, de rebote, este conflicto puede salpicar al resto de residentes y/
o trabajadores y crear un clima de tensión que no es bueno.
Hablar de mediación es hablar de conflictos, de posiciones, intereses y
necesidades (PIN), de partes implicadas… etc. No voy a hacer una entrada
teórica sobre la mediación, simplemente me quedo con la idea de que el
conflicto hay que verlo como algo positivo, como generador de cambio, aunque
nos cueste, y que debemos borrar de nuestra cabeza la connotación negativa del
mismo.
En la residencia no hago mediación formal: proceso en el que dos partes
se sientan a hablar sobre un tema, con un contrato firmado por ambas partes
en el que se acepta la mediación, y con unos acuerdos escritos. La mediación,
en mi caso, la utilizo como un instrumento para la resolución de conflictos, y
así, de una manera más informal la suelo emplear.
Dificultades a la hora de aplicarla en conflictos protagonizados por
personas mayores: MUCHAS.
En primer lugar la edad de los protagonistas. Cambiar conductas, ya no
digo maneras de ser, de personas de 85-90 años es muy difícil. Además, tenemos
que contar con ciertas deficiencias físicas propias también de la edad
(sorderas, afasias….). o problemas de salud mental. Y por último, hay que añadir las experiencias vitales de
cada uno (guerras, emigración a otros países donde prevalecía la ley del más
fuerte…). Solo he nombrado tres de las
características más importantes que definen a los residentes del centro. Imaginaros
a una persona que tiene dificultad para hablar y delante de él a otra persona
con problemas auditivos. Parece de chiste… Y por supuesto, la percepción que
ellos tienen del conflicto se acentúa al estar en un centro con unas “normas”
de convivencia, y que además, no es su CASA, con lo cual es como si jugaras en
campo contrario.
Mi experiencia en la resolución de conflictos entre residentes es
satisfactoria. Los objetivos que me
marco son pequeños, y las veces que he tenido que sentar a varios residentes
alrededor de una mesa redonda (menos mal que la tenemos) e intentar mediar en
un conflicto no ha ido mal. He conseguido que los implicados accedieran a
hablar del tema y verse las caras (voluntariedad). He conseguido poner unas “
normas básicas” para poder hablar del tema (que todos participen, que cuando
uno hable el resto se calle, turnos de palabra, respeto, fuera insultos y
gritos…) que más o menos se han respetado a lo largo de la sesión. En
ocasiones, alguno de los interesados ha llegado a pedir perdón y tender la mano
a la otra parte, en otras no se ha llegado a ninguna solución positiva para
ambos…. Pero lo que a mi me queda de estas experiencias es que después te
devuelven que han tenido la sensación de que han sido escuchados y se les ha
dejado un espacio para hablar. Se les ha tenido en cuenta, y han participado. Aprenden a escuchar al otro, y respetar los
turnos de palabra….
La verdad es que son pequeños logros, pero para mi muy importantes en un
lugar de convivencia tan pequeño como es la residencia, en el que se tienen que
ver las caras si o si en el desayuno, comida y cena, en la peluquería o en el
salón de visitas, al salir de la habitación…. No deja de ser un espacio
relativamente pequeño como para no poder evitar el encuentro físico, y esto
hace que sea más difícil la resolución de los conflictos de convivencia que se
dan. Sin olvidar que estamos tratando con personas mayores con ciertas dificultades.
Bueno, espero que hayais comenzado bien el año, y que el 2017 sea propicio
en todos los aspectos de nuestra vida. Salud!
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